martes, 6 de julio de 2010

Apuntes Jacobeos: La Vieira

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Vieira usada como decoración por hombres de Neandertal

4.5.- La vieira. Así como el bordón es el símbolo del inicio del Camino, la vieira lo es de su regreso, la confirmación de haber estado allí, en el sepulcro del Apóstol. A este respecto dice el Códice Calixtino:

Hay unos moluscos en el mar próximo a Santiago, a los que llaman vieiras, que tienen dos corazas, una por cada lado, entre las cuales, como entre dos tejuelas, se oculta un marisco parecido a una ostra. Tales conchas están labradas como los dedos de la mano..., y al regresar los peregrinos de Santiago las prenden en las capas para gloria del Apóstol, y en recuerdo de él y señal de tan largo viaje, las traen a su morada con gran regocijo... Y continua: ...por lo mismo que los peregrinos que vienen de Jerusalén traen las palmas, así los que regresan del santuario de Santiago traen las conchas.

Vieira de bronce de época romana (museo de Arles)

El mercado de conchas de vieira era tan lucrativo que Compostela luchó por tener la exclusiva de su comercialización, y acabó por convertirla en una especie de denominación de origen representativa de la visita a la ciudad del Apóstol. Para asegurarse esa exclusividad, pronto aparecieron conchas artificiales, de los más variados materiales, capaces de soportar un marchamo de origen que las identificara como compostelanas. Así el gremio de los cuncheiros se unió al de los plateros en la confección de bellísimos ejemplares fruto de la alta preparación de los artesanos compostelanos y de la competencia habida en tan lucrativo negocio.

Vieira de azabache

Las conchas de vieira se lucían prendidas de la ropa en los lugares más visibles, especialmente en el sombrero y en el pecho, y, una vez de vuelta a casa, se guardaban cuidadosamente, pues se las consideraba dotadas de poderes curativos. Por otra parte, en tanto que justificantes de la peregrinación, se convertían en objetos de prestigio que sus poseedores lucían en los sitios más visibles como eran las puertas de sus casas o, incluso, las lápidas de sus tumbas.


Pero, si bien las conchas de vieira eran las más significativas, no por eso eran las únicas por las que el peregrino sentía atracción. En realidad, había un cierto fetichismo hacia todas las conchas marinas, que acababan colgadas de las vestimentas del peregrino con independencia de su origen o tipo. Quizá, tras la famosa venera, la concha más popular fuera la caracola. De ella se contaban milagrosas virtudes como recoge el siguiente párrafo tomado del libro de Bango Torviso:

Se cuenta que siempre que la melodía de la caracola de Santiago, que suelen llevar consigo los peregrinos, resuena en los oídos de las gentes, se aumenta en ellas la devoción de la fe, se rechazan lejos todas las insidias del enemigo; el fragor de las granizadas, la agitación de las borrascas, el ímpetu de las tempestades se suavizan en truenos de fiesta; los soplos de los vientos se contienen saludable y moderadamente; las fuerzas del aire se abaten.

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