sábado, 4 de agosto de 2012

Los caminos de Santiago en Francia

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      7.4.-  Los caminos de Santiago en Francia. El obispo Turpin, en el libro cuarto del códice Calixtino, había explicado a los franceses cómo fue el propio Apóstol quien sugirió a Carlomagno la conveniencia de dirigirse a Galicia para descubrir su tumba y establecer un camino de peregrinación. Santiago se habría aparecido en sueños al emperador, caminando por su celeste camino, marchando siempre hacia el oeste... Y, tras la visión, el emperador se levantó inquieto preguntándose:

                       Esta noche ha pasado Santiago
                       su camino de luz en el cielo...
                       ¿Dónde va el peregrino celeste
                       por el claro infinito sendero?

      La respuesta se hizo evidente, y el emperador no tuvo más que seguir el sendero marcado para, tras liberar el camino de infieles, llegar a Compostela y descubrir el sepulcro de Jacobo Bonaerges. Así dejó establecido el Camino a Santiago, o así al menos nos lo contó el obispo Turpin. E hizo bien el obispo en atribuirlo todo a un francés pues así, conocido el chauvinismo galo, el éxito del camino estaba asegurado...

      Lo cierto es que los franceses vinieron muy pronto a Compostela, y su camino pronto fue el Camino, y Europa se enteró de la existencia de Santiago porque desde la corte de Aquisgrán, tanto como desde Roma, se encargaron de propagarlo sin regatear esfuerzos. Papas y franceses fueron los grandes propagandistas del Camino.

      Los caminos salían de Compostela como las ramas de un árbol salen de su tronco, bifurcándose una y otra vez, llevando y trayendo savia hasta los brotes más alejados, dándose vida mutuamente. Y la frondosidad de este árbol místico alcanzó en Francia un máximo: todo sendero, todo camino parecía dirigirse al sur, al oeste, a Santiago. Pero en su avance iban juntándose, uniéndose, disminuyendo en número, aumentado en capacidad hasta unos puntos a partir de los cuales sólo cuatro robustas ramas recogían el grueso de la savia. Estos puntos eran Tours, Limoges, Le Puy y Tolosa, y las ramas (o caminos) que hasta ahí llegaban (o que de ahí partían) se denominaron respectivamente Turonense, Lemovicense, Podiense y Vía Tolosana o Provenzal. Luego, las primeras por Roncesvalles y la última por Somport, las cuatro acababan uniéndose en Pamplona y formando el camino francés.

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