domingo, 13 de enero de 2013

El Camino de la Plata


7.6.- El camino de la plata. La antigua vía romana que iba de Mérida a Asturias debía tener buen firme y, sobre todo, ser muy ancha. Así lo entendieron los musulmanes que aprovecharon para subir por ella hasta Galicia y bautizarla como Bal Lattá, que significa precisamente eso: camino ancho. Subieron por ella... y bajaron, pues dicen que ese fue el camino que recorrieron las campanas santiaguesas llevadas por Almanzor a Córdoba.
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Hoy el camino llega a la romana Mérida procedente de Andalucía, y para cuando llega a Compostela ya se ha convertido en el camino jacobeo de mayor recorrido dentro de la península (si excluimos la prolongación del camino francés hasta Cataluña). Atrás va dejando algunas de las más bellas ciudades de España como Cáceres, Salamanca y Zamora, todas ellas preludios en caliza de lo que será el granito en Compostela. Son tierras de encinas y alcornoques, de buenos jamones en Salamanca y recios vinos en Zamora. Tierras de reconquista y repoblación, de emigración y conquistadores; tierras de los Caballeros de Santiago, que antes de llamarse así no eran sino los Frates de Cáceres.
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El camino se bifurcaba en Zamora donde unos peregrinos se dirigían a Astorga, para unirse al camino francés, mientras que otros se encauzaban, por Sanabria, Verín y Ourense, directos hacia Santiago. Este tramo sur del camino platense era muy duro y su mayor recompensa estaba en la visita a la catedral ourensana, una auténtica joya preludio de la del Apóstol.
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